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Esta es la tapa virtual

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lunes, 28 de septiembre de 2020

La India de la novela y la India de ahora


Esta foto es gentileza de Aroon_Kalandy, usuario de Flickr, y está bajo una licencia Creative Commons 

 
   La  novela transcurre entre los años 1982 y 1983. Fue durante esos años que viajé por la India, y por eso está ambientada en esa época, porque quise ser fiel a mis recuerdos. Claro que para escribir la novela tuve que refrescarlos, y para eso consulté libros, busqué en páginas de Internet, vi películas y fotos. 

   Mi primera reacción al investigar, fue sentir que India es bastante diferente ahora de lo que era en aquellos años. Pero curiosamente, después de esa primera impresión (que no es equivocada en algunos aspectos), llegué a la conclusión de que ese cambio no es tan grande, no al menos en lo esencial. Hay diferencias en lo económico y está el desarrollo de una pujante clase media, pero sigue habiendo miles de millones de pobres (muy pobres), y aunque prosperen centros comerciales y locales elegantes para esa clase media, los pobres solamente los pueden mirar de lejos. 
  Hay también cambios en la cultura y la información, pero esos cambios son parte del fenómeno de globalización del planeta, y no corresponden a la India en particular, sino a todos los países del mundo. El teléfono móvil, Internet, los aparatos de televisión, están en todos los continentes y al alcance de casi todos. Y eso permite el completo acceso a la información. 
  Y supongo que esa mayor información está detrás de la creciente occidentalización de India en ciertos aspectos culturales. Hay, por ejemplo, una tendencia a la modernización respecto a tradiciones y normas muy estrictas y ancestrales, que nosotros los occidentales etiquetaríamos como represivas. Hay también, aparentemente, una mucho mayor libertad sexual. Aunque esto último de un modo bastante oculto: existe, pero no se habla demasiado de ello, tratando de ignorarlo.  Hay, en suma, una mayor tolerancia y mayores libertades, aunque éstas crecen de un modo más ligero y lento de lo que muchos querrían. Un ejemplo es el matrimonio arreglado por las familias, que si bien ha cambiado parcialmente en su modalidad, sigue siendo la usanza que prevalece (a esto me referiré en otro post).
  En los años ochenta estos cambios no se veían en la India. La creciente occidentalización y liberalización en las costumbres que India experimenta hoy en día era mucho menor. Como un dato anecdótico, diré que hoy es común ver (en las ciudades) a las mujeres, sobre todo a las jóvenes, vestidas de un modo occidental y con un corte de cabello moderno, mientras que cuando yo estuve, iban vestidas casi sin excepción con sus vestimentas tradicionales: el sari y el salwar kameez. Y su peinado también era el tradicional: o una larga trenza o recogido con un rodete en la nuca. 
  En cuanto a su espiritualidad y religiosidad, que es sin duda el rasgo distintivo de este país, creo que en esencia no ha cambiado. Quizás haya más gente joven que no cree en nada, pero ese ateísmo ya existía en la India de los ochenta y mucho antes también, y solía ir acompañado por un compromiso con las ideas políticas de izquierda. Pero me parece que siguen predominando los creyentes, incluso entre los jóvenes. Creyentes que continúan honrando sus tradiciones religiosas, del mismo modo que lo hacían en la época de mi viaje.   
  Por eso, he llegado a la conclusión de que la India de la novela no es tan diferente a la India de ahora, sólo que ahora hay cyber cafés y casi todas las personas caminan con sus teléfonos celulares a cuestas. 

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