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Esta es la tapa virtual

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Epílogo y palabras finales de la autora

 Epílogo


Diario de Moira:  Buenos Aires, julio de 1986


 Nunca más escribí en este diario… Tampoco fue mucho lo que escribí, apenas durante los últimos cuatro meses que pasé en la India y solamente lo más esencial.   

Y hoy,  al ponerme a buscar entre unos paquetes que estaban en el fondo del armario, encontré el cuaderno.  

 Me emocioné al releer sus páginas… Y como este diario terminó abruptamente, voy a escribir un poco más, para terminarlo del todo. Tal vez dentro de muchos años quiera volver a leerlo.  O tal vez, cuando este cuerpo ya no exista, alguien lo lea y quiera saber qué pasó después…


Cuando comprendí que tenía que volver, me preparé para viajar… 

Y la despedida fue un poco triste, porque la distancia entre la Argentina y la India es muy grande, y si bien al partir uno piensa que va a volver, no hay certeza de que podrá hacerlo.  

Llegar a Buenos Aires fue bastante extraño… Me alegró mucho reencontrame con mis padres y con mis amigos, pero al principio fue un poco difícil, tanto para ellos como para mí. 

Es que yo no era la misma… 

Pero de a poco se acostumbraron. Y yo también me acostumbré…

 Vivo en un departamento, en una planta baja que tiene un pequeño jardín… Poco después de llegar me di cuenta que tenía que vivir sola. Mis padres aceptaron esa decisión y me ayudaron, regalándome esta pequeña vivienda, muy cerca de donde viven ellos. 

Algún día, cuando mis padres ya no estén, me iré más lejos, a un sitio en las montañas, con bosques y mucho cielo a la vista. Pero por ahora no puedo, porque ellos podrían necesitarme.

Y aunque Swami Vivekananda dijo que: 

“Un sannyasi debe vivir solo, marchar solo, porque toda amistad y todo amor es una limitación”…,  lo real es que por ahora no puedo irme más lejos. 

  Y no solamente debido a mis padres, también está el tema laboral: tengo que ganarme la vida. Y aquí es más fácil tener trabajo… Enseño inglés en un par de escuelas. No gano demasiado, pero me alcanza, porque no es mucho lo que necesito: continúo practicando la “simplicidad voluntaria”. 

   Tengo muchos amigos y amigas nuevos, que son como yo: buscadores espirituales. 

 Y he comprobado que es cierto lo que me dijo el padre Mark al despedirme: que podía crear las condiciones adecuadas para seguir con mi sadhana al volver. 

 Y eso es lo que hago: continúo mi búsqueda…  

 Continúo mi camino, que es solamente mío, y se compone de todos los aprendizajes, experiencias y comprensiones que voy atesorando mientras lo recorro. 

 Sigo meditando,  aunque no de un modo tan intenso como lo hice durante los últimos meses en la India. Y de tanto en tanto hago retiros intensivos, con maestros de diferentes Tradiciones. 

Y a veces vuelvo a tener experiencias espirituales, que me ayudan a mantener el contacto con lo Divino… 

 El padre Mark está muy bien. Le escribo a menudo y él siempre responde. En su última carta me contó que estaba terminando un nuevo libro, uno acerca de las revelaciones cósmicas. Es increíble, pensar que tiene más de ochenta años… 

Quién sabe si lo volveré a ver… 


Todas mis heridas se han cerrado, sólo quedan cicatrices… 

 En cuanto a Joan: nunca tuve noticias suyas y ya no hay en mí sentimientos hacia él. Pero espero y deseo que esté bien.

Por otra parte, creo que el tema pareja está cerrado en mi vida… Mi madre dice que nunca se sabe, que todavía soy joven. Lo repite a menudo, aunque yo le aseguro que no va a suceder. 

Sin embargo, a veces reconozco que tiene razón, porque la vida es muy extraña, siempre da giros. Y nunca sabemos cómo será el mañana… Y si la vida me pusiera nuevamente frente a esa elección, no sé como reaccionaría.  Porque es verdad lo que dice mi madre: que todavía soy joven. 

Pero sé que hoy, aquí y ahora, estoy bien como estoy.  Como dice el Swami: todo amor es una limitación… 

Y por ahora soy feliz así:  sólo quiero a lo Divino en mi vida. 

Porque  el contacto con lo Divino es  la  vivencia más hermosa y bienaventurada que conozco…

 Pero hay algo que anhelo, y es una legítima aspiración: saber cuál es mi misión y llevarla a cabo.

Porque a todo  buscador  de  la  Verdad,  en algún momento de la vida,  se  le presenta la  imperiosa  necesidad  de  encontrar su  misión. 

Y aunque todavía no sé cuál es la mía, estoy segura que algún día lo sabré y que me dará una gran alegría realizarla… 


¿Qué más puedo escribir para concluír este diario...?  Mi vida es habitualmente una vida feliz… 

 Tengo cada vez menos apegos y menos temores… Mi fe y mi entrega se perfeccionan día a día… 

Posiblemente (como diría el doctor Nagendra),  la Fuerza sigue trabajando en mí  y estoy transformándome… Puedo notarlo, aunque todo es muy lento y sutil…

 Y si bien a veces me apeno, porque eso es parte del samsara, soy siempre consciente de que:

 Por detrás de la incerteza, por detrás de lo vulnerable y efímero, está la             solidez  de  mi  alma  y la plenitud de mi espíritu…, la plenitud de mi espíritu inmortal. 

 Sé  que  soy  Eso…, y saber que soy Eso, que soy  parte  de  lo  Divino, compensa todas  las  penas  del  samsara.



FIN



Palabras finales a las lectoras y lectores:


   

  Si has llegado hasta aquí, es porque has terminado de leer la novela. Y si has terminado de leerla es porque (probablemente) te ha gustado.

  Entonces, si te ha gustado, la autora te pide un único gesto a cambio: que la recomiendes, todas las veces que puedas, en tus espacios de Internet o incluso personalmente.  

   Porque lo único que desea un escritor, cuando ya ha renunciado al dinero y los honores, es ser leído.

Gracias y hasta nuestro próximo encuentro


Savitri Ingrid Mayer



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