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Esta es la tapa virtual

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Capítulo 15

 Capítulo 15

     

Diario de Moira: 6 de febrero


      Sucedió algo… Y como de costumbre, no sé si voy a poder transmitirlo con palabras. 

   Tuve una experiencia, una gran experiencia…  Pero no creo que pueda describir lo que fue, no al menos en su verdadera realidad.

   No, no lo creo posible… Sin embargo, voy a intentarlo…

   Ayer por la mañana subí a Arunachala, para pasar todo el día allí. Desayuné frutas y subí llevando solamente agua. Seguí el sendero que va hasta Skandashram. Fue una subida larga y agotadora, y eso que el sol todavía no molestaba, porque era muy temprano. Me sentía un poco débil, quizás por el semiayuno, y tuve que detenerme varias veces para descansar. 

   Cuando llegué cerca de Skandashram, busqué un sitio para ubicarme. Se veía toda la ciudad abajo, con el gran templo en el centro. 

   Encontré un lugar bastante oculto y liso, a la sombra de unos arbustos. Limpié un poco de ramitas y hojas, puse sobre el suelo un chal y encima el pequeño almohadón, el que viaja conmigo. 

   Y comencé por orar… Pedí que mi búsqueda diera frutos, que la Gracia se manifestara.

  Casi enseguida entré en meditación… Y perdí la noción del tiempo… 

  Estuve en meditación muchas horas, sin levantarme. 

  Hasta que… algo sucedió…


  No puedo seguir escribiendo…, nada de lo que escriba va a parecerse a lo que fue. 


Diario de Moira: 6 de febrero, por la noche


  Decidí que, a pesar de lo difícil que es, tengo que convertirlo en palabras, porque con el tiempo (casi con seguridad) lo voy a olvidar. 

  Estuve varias horas meditando… 

  En algún momento…, sentí que me expandía… y que me disolvía. 

  Tuve miedo… Y empecé a rezar…

  Entonces… recibí un mensaje sin palabras que me indicó que me entregara…  

  Y me entregué… Y el miedo fue desapareciendo…

  Después sentí una Luz… 

  Y digo bien: la sentí… Porque no la veía…, la sentía… 

  Una increíble Luz que estaba en todos lados.  

  Una Luz que era Perfecta…  

  Había en mí sentimientos bellos e intensos… Felicidad… Bienaventuranza… Éxtasis… 

  Y un amor ardiente que me unía a la Luz…

  Era como estar en un espacio completamente distinto, un espacio que no se parece a nada. 

   Éramos yo…, y la Luz…,  y mi amor por la Luz. 

   Y la Luz era Amor… 

 

    Y de pronto…,  yo…  y la Luz… y mi amor por la Luz…  fueron lo mismo.

    Como en un relámpago…

    Ya no hubo tres: la Luz, el amor y yo…

    Hubo Uno… 

    Y ese Uno y yo éramos lo mismo. 

    Dejé de ser Moira y fui esa Luz…, esa Totalidad…

    Fui una con la Totalidad. 

    Fui una con Eso. 

    Fui… Eso. 


   Mientras vivía esa experiencia, no tuve conciencia de que pasara el tiempo. Era como si el tiempo se hubiera detenido, como si no hubiera tiempo.

   Y cuando fui una con la Totalidad, no había ni pensamientos ni sentimientos. 

   Sólo estaba Satchitananda*…  


Diario de Moira: 7 de febrero


   Releí lo escrito ayer y creo que no es más que un acercamiento a lo que fue, apenas un reflejo… 

  Las experiencias espirituales son inefables y hace mucho que lo sé. Quizás un gran escritor, un gran poeta, pueda transmitir de un modo más perfecto cómo son… O un gran músico… Krishnadas dice que la música es la más elevada de todas las artes, la que mejor puede expresar a lo Divino…

   Pero nada iguala a la experiencia misma…

  Y lo único que tiene valor es  la experiencia…


  Ahora voy a  contar  lo que pasó después. 

  Cuando salí de ese estado supremo, pasé mucho tiempo llorando, con alegría y agradecimiento. Agradecimiento porque la Gracia intervino… Y alegría por experimentar que soy parte de la Totalidad.

   Mientras descendía de la montaña, estaba todavía en un estado distinto, y el recuerdo de la experiencia era muy vivo… 

   Necesito conversar con alguien… Alguien que comprenda bien lo que pasó. Únicamente el padre Mark… 

  

Diario de Moira: 9 de febrero


  He dejado de sentarme a meditar: siento que por ahora no necesito sentarme. Sólo necesito estar tranquila y sola, en silencio y quietud… Así que vagabundeo por los espacios del ashram o salgo a caminar por los alrededores.

  Miro con amor a la gente, a los animales, a los árboles… Veo la belleza de los pavos reales…, percibo la oculta inteligencia de los monos…, escucho el canto armonioso de los pájaros... 

  Sigo en un estado ligeramente distinto, aunque lentamente va desapareciendo…

  Pero no soy la misma.  Ahora sé…

  Y soy feliz porque sé… Absolutamente feliz.

   Soy Eso: Satchitananda. 

   O al menos, un pequeño fragmento de Eso. 

   Y un fragmento, por muy pequeño que sea, no deja de ser parte del Todo.


Diario de Moira: 10 de febrero, por la mañana


   Llegó el momento de volver a Satyavanam… Voy a ir a la ciudad, al correo, para mandar una carta avisando que viajaré durante los próximos días. 


Diario de Moira: 13  de febrero


   Me fui ayer del ashram de Sri Ramana y ahora estoy en Tiruchirappalli. Es aún de madrugada, y escribo mientras espero que las horas avancen, porque no quiero llegar tan temprano.   

   Ayer, después del desayuno, me despedí de las pocas personas con quienes había conversado durante las semanas que pasé allí. Luego dejé mi donación en un sobre que deposité en recepción y me subí a un auto que me llevó hasta la terminal de autobuses.

   Como era de suponer, me aguardaban muchas horas de viaje y algunos cambios de vehículo. Me habían sugerido contratar un taxi, que en menos de tres horas me dejaría en Tiruchirappalli, pero costaba una pequeña fortuna y no quise. Opté por un viaje mucho más largo, que costó muchísimo menos. 

  Primero tomé un autobús que en cuatro horas me llevó hasta Bangalore. Cuando llegué era por la tarde temprano y no había viajes hacia mi destino antes de la noche.  

   Bangalore es muy antigua, y salí de la terminal con el propósito de conocerla un poco. Ya había visto algo por la ventanilla, mientras llegábamos, y parecía una ciudad enorme, llena de vehículos, gente y ruidos. Por eso, después de caminar un par de cuadras, no la soporté.  Mi estado interno necesitaba del silencio, porque los ruidos me llegaban aumentados,  y el jaleo de gente y de vehículos me resultaba hiriente. 

   Así que volví a la terminal, encontré un rincón algo escondido donde ubicarme, y ahí me quedé sentada hasta que llegó la hora de partir, con breves incursiones para ir al baño o para comprar comida y bebida. 

  El viaje duró toda la noche, la cual ‒como de costumbre‒ pasé totalmente en vela.  Pero estaba contenta, y estuve anticipando con alegres imágenes el reencuentro con el padre Mark y con mis amigos.    

   Y ahora estoy desayunando en un local fuera de la estación. Luego iré de compras.  Como ya conozco la ciudad y las tiendas que tienen lo que necesito, será todo muy rápido. Y después contrataré un taxi para que me lleve a Satyavanam. 


Diario de Moira: 13 de febrero, por la noche


 Voy a contar como fue el reencuentro con el padre.  

  Llegué a media mañana, y después de acomodar mis cosas y darme una ducha, corrí hasta su casa. 

  Con emoción avancé por el angosto sendero, entre las altas palmeras…

  Vi  la ventana abierta… 

  Y lo vi a él:  su presencia luminosa y bella. 

  Como siempre, estaba sentado detrás de la ventana escribiendo… ¿Qué estaría escribiendo en ese momento? 

  Temblando de alegría, esperé…  

   Finalmente levantó los ojos, y al verme sonrió. Me parece que él también se alegró al reconocerme.

  Me acerqué…

—Ya veo… Volviste… Bienvenida a Satyavanam…  

   Nos miramos durante algunos segundos, sin decir nada… No pude controlar la emoción y ya empezaban las primeras lágrimas, cuando el padre me dijo que seguramente yo tenía mucho para contarle, pero que en esos momentos estaba muy ocupado y conversaríamos después de su charla de la tarde. 


   Las horas que faltaban para la entrevista con él las pasé con agrado: participé de la misa del mediodía, disfruté del almuerzo, conversé brevemente con alguna gente conocida. Sin embargo, no pude ver a los más íntimos: Ruth había viajado a Madrás para renovar su visa  y Krishnadas estaba de retiro en su hogar. 

   Después de comer me permití una larga siesta, y luego fui a la charla, en la cual el padre habló de la Sabiduría Perenne. Ésta es como la esencia de todas las Tradiciones espirituales del planeta: una visión de la Realidad en la cual todos coinciden. Y me di cuenta que mi experiencia en Arunachala concuerda con esa visión de la Realidad. 

  Es una maravillosa coincidencia que el padre esté hablando de eso justo cuando yo llego. 

   Más tarde, mientras tomaba el café con leche en la placita, noté que había mucha gente nueva… Y cuando el padre vino tuve que esperar bastante, porque eran un montón los que deseaban conversar con él…  Lo fui siguiendo en sus desplazamientos hasta que me vio. Haciendo un gesto con la mano me indicó que lo esperara, y siguió conversando con unos y otras… 

   Pasó un largo rato hasta que me invitó a acercarme. Él estaba sentado sobre un largo tronco, y me senté a sus pies… 

  De inmediato, las numerosas personas que hablaban y reían cerca de nosotros fueron como desvaneciéndose… y solamente lo vi al padre, envuelto en la luz del atardecer.      

  Me preguntó qué había hecho durante los últimos meses. Le resumí brevemente mis andanzas y mi sadhana, pero no mencioné la historia con Joan. Había regresado a Satyavanam para que el padre me ayudara a comprender y asimilar mis experiencias, y para pasar más tiempo cerca de él. La historia con Joan era un asunto terminado y no me pareció que tuviera que contársela. 

   Cuando le hablé de mi estadía en el ashram de Sri Ramana hizo algunos comentarios. Por lo que dijo, me parece que siente un gran respeto por el sabio de Arunachala.

   Y al tratar de contarle mi experiencia en la montaña, me di cuenta que no podía. Me sucedió lo mismo que al escribirlo: no encontraba las palabras adecuadas. 

   Después de muchos titubeos y varios intentos fallidos, el padre me hizo callar, diciendo que ya me había comprendido. 

   Se quedó unos segundos pensativo y luego dijo que iba a otorgarme diksha*, lo cual incluye darme la cruz de Satyavanam y un nuevo nombre. 

   Mi alegría es enorme… 

   Y de nuevo estoy en ese estado de armonía celestial, de nuevo estoy en el paraíso.


Diario de Moira: 15 de febrero, por la noche


   Hoy fue el reencuentro con mis amigos más íntimos: Ruth llegó por la mañana y Krishnadas terminó su retiro. 

   Con Ruth casi lloro de alegría. Y a ella le pasó lo mismo. Le encantó saber que recibiré diksha. Ella la recibió hace un par de años, aunque en su caso no hubo cambio de nombre, porque le encanta el suyo, y como es un nombre bíblico al padre le pareció bien. 

  Krishnadas también se alegró mucho al verme, aunque no hizo demasiados comentarios acerca de mi próxima diksha. Solamente preguntó cuándo sería (lo cual todavía no sé, porque es el padre quien tiene que fijar la fecha),  y si sería con testigos o a solas, lo cual tampoco sé, aunque me corresponde a mí decidirlo. 

   Después del café de media mañana, nos fuimos a conversar los tres a un rincón apartado bajo los árboles. Les conté todo lo que hice, y también la historia con Joan y mi tristeza posterior. Pero no dijeron nada. Krishnadas es monje y Ruth quiere serlo:  los asuntos románticos no les interesan. 

   Cuando les confesé que había fumado marihuana, Ruth se quedó mirándome con sorpresa. No así Krishnadas, quien puso cara de “yo esto ya me lo sé”…  Y además contó una anécdota del padre que me dejó atónita, y a Ruth también. Krishnadas hace largo tiempo que está aquí, más de cuatro años, en cambio Ruth sólo ha venido tres veces,  y aunque en cada ocasión se queda bastante, no está tan al tanto de lo que sucede en el ashram como él. 

  Pero después de oír la anécdota, Ruth dijo que le costaba creerla. Entonces Krishnadas fue corriendo hasta su vivienda y volvió con un libro. Era uno de los que había escrito el padre y el ejemplar estaba bastante ajado. Krishnadas se lo dio a Ruth abierto en una página, la cual estaba muy subrayada y mostraba signos de admiración. Y le hizo leer un párrafo que decía:

“Opio, o cualquier otra droga alucinatoria, abre el mundo del inconsciente, el mundo de dioses y demonios…:  un mundo peligroso que puede conducir a la locura pero que también puede conducir a Dios.” 

   Y en cuanto a la anécdota, si bien en un primer momento me dejó atónita, porque cuesta admitir tanta apertura mental y falta de prejuicios en un monje católico de ochenta años, más tarde pensé que era muy coherente con lo que mi maestro es…  El padre Mark es un sabio y su visión de las cosas surge de una profunda comprensión de los hechos, no de lo que los demás opinan,  juzgan o decretan. 

  Y aquí va …

   Un monje, residente en el ashram, fue un día a contarle al padre que había sorprendido a un grupo de jóvenes ‒algo ocultos en el bosquecito‒ fumando,  y que por el aroma extraño que percibió estaba seguro que era una droga, probablemente marihuana. 

   El padre Mark, muy serio, le había preguntado al monje: “¿Y qué hacen, además de fumar?”. 

 “Están cantando bhajans y tocando instrumentos” respondió el monje. 

 “¿Solamente cantan bhajans?” preguntó el padre. 

 “Sí, los mismos que cantamos en misa” fue la respuesta. 

  “Esto es muy importante…” dijo el padre, y después de reflexionar unos segundos sentenció: “Si usan la marihuana para alabar a Dios, no creo que tenga nada de malo”. 


Diario de Moira: 16 de febrero


   El padre fijó la fecha para mi diksha: el próximo 26 de febrero, y me dijo que preparara un breve texto para leer y que fuera a verlo un par de días antes para conversar acerca del nombre que va a darme. 

   Estuve buscando el texto entre los libros de la biblioteca y lo que más me gustó es un poema de Santa Teresa de Jesús, uno que tiene que ver con la entrega. 

   Después de todos estos meses de aprendizajes y experiencias, sé que mi camino es el de la devoción y la entrega, y ese poema lo resume a la perfección: entregarse a lo Divino y aceptar todo como algo que lo Divino nos envía. 

  Santa Teresa no dice lo Divino, claro…, sino Dios.  Pero a esta altura de mi búsqueda los nombres ya no importan, y a mí me gusta nombrarlo como hacían Sri Aurobindo y Madre: lo Divino.

  Esa devoción, esa entrega, que no son tan fáciles (porque no es fácil aceptar todo), son lo mismo que el “Camino que el sol ilumina” de Sri  Aurobindo. 

  Y me doy cuenta que en esta etapa de mi búsqueda, las enseñanzas están confluyendo y sintetizándose... Sri Aurobindo enfatiza la entrega como parte fundamental de la sadhana… Sri Ramana Maharshi recomienda bhakti a muchos de sus devotos. Y Santa Teresa le dice a Dios en su poema: “Todo lo aceptaré de ti”.


Diario de Moira: 17 de febrero


   Hoy,  mientras lo miraba al padre durante la misa, me acordé de algo que decía Swami Vivekananda: que lo primero a ver en un maestro espiritual es “cómo es” y solamente después lo que dice. Lo primero es descubrir su poder espiritual…

  Y el poder espiritual del padre Mark es palpable, su influencia se siente. 


Diario de Moira: 18 de febrero


  Estuve conversando con Ruth y Krishnadas acerca de lo que aprendí en Pondicherry, y Ruth comentó que el padre es muy aurobindiano y tiene una visión parecida en muchos aspectos, aunque con matices cristianos. Me alegró mucho saber eso, y pensé que cuando vaya a hablar con el padre acerca de mi nuevo nombre, le voy a pedir que nos dé una charla sobre Sri Aurobindo. Estoy casi segura que dirá que sí…


Diario de Moira: 20 de febrero, por la mañana


   Ruth se tiene que ir de urgencia. Recibió un telegrama de sus padres diciendo que vienen a la India. Viajan en avión desde California y tiene que ir a buscarlos a Bombay. Ella no lo sabía, fue una sorpresa que le dieron sus padres. Quieren ver qué hace su hija en la India y conocer al padre Mark.

   Primero van a visitar unos lugares en el norte y luego vendrán aquí, pero Ruth ya no podrá estar en la ceremonia de mi diksha… ¡Qué desilusión!... Me da mucha pena que no pueda estar: ella es mi amiga del alma. 


Diario de Moira: 21 de febrero, por la noche


      Hoy fui a ver al padre para hablar del nombre que va a darme. También le pedí que nos dé una charla sobre Sri Aurobindo y dijo que uno de estos días lo hará. 

    El nombre no podía estar más de acuerdo con lo que yo misma hubiera elegido: Saraswati, la diosa del conocimiento. Siento afinidad con la deidad que lleva ese nombre y las imágenes que he visto de ella son muy hermosas. Siempre la vi representada como una bella joven de piel clara, vestida de blanco y dorado, sentada sobre un loto y tocando un instrumento de cuerdas. Con una de sus cuatro manos sostiene un mala de perlas blancas, que simboliza la meditación y la espiritualidad.

  Y como Ruth se fue, no tiene sentido que estén Krishnadas y algunas personas más durante la ceremonia. Será a solas entre el padre y yo…


Diario de Moira: 24  de febrero, por la noche


El padre nos dió hoy la charla... Y estoy deslumbrada, porque el mensaje de Sri Aurobindo y el del padre coinciden en ciertos aspectos esenciales... Voy a resumir lo más importante, al menos lo que recuerdo. 

 El padre Mark también cree que el espíritu evoluciona en la materia: la Conciencia ha evolucionado desde la forma más simple de vida hasta la más compleja, que es el ser humano. Y también cree que la conciencia mental está evolucionando hacia la conciencia supramental, que es el próximo paso en el ser humano. 

 Al comenzar la charla, expuso lo que yo ya sabía: que a diferencia de otros yogas, en el Yoga Aurobindiano hay no sólo un ascenso de la conciencia humana hacia la Conciencia Divina sino ‒y principalmente‒ un descenso de lo Divino en el ser humano. Este descenso es gradual y efectúa una completa transformación, poniendo al ser psíquico o alma en una posición central y transformando todos los cuerpos: el mental, el emocional, e incluso el cuerpo físico.

 Lo que sí me resultó muy revelador, fue cuando dijo que esas ideas de Sri Aurobindo eran equivalentes a ciertas ideas de San Pablo, las cuales afirman que el cuerpo físico y el universo físico van a ser completamente transformados por la Conciencia.

  Y el padre también cree que ocurrirá así: la creación en su conjunto está destinada a experimentar una completa transformación, en la cual todo será transfigurado por el Espíritu. Nuestra estructura energética será totalmente cambiada, como así también el campo de energías del cual es parte el cuerpo humano.

 El cuerpo humano estará totalmente penetrado por Conciencia y se convertirá en un cuerpo espiritual; y el mundo material, con todas sus energías penetradas por Conciencia, se convertirá en una Nueva Creación… 

Estamos en un estado de transición entre la conciencia animal y la Conciencia Divina… 


La charla fue muy larga y no voy a reproducir todo… De todas maneras, Krishnadas me aseguró que lo que el padre dice en sus charlas y sermones, antes o después aparece en sus libros. 


Diario de Moira: 25 de febrero


 Estoy muy contenta y un poquito ansiosa: mañana es mi diksha… Y no puedo escribir más que eso… No sé si esta noche lograré dormir…


Diario de Moira: 26 de febrero, por la noche



   Hoy fue uno de los días más hermosos de mi vida… Y todos lo notan, porque al cruzarse conmigo se detienen y me preguntan qué me pasa. Y dicen que estoy muy hermosa, que mis ojos brillan y parezco radiante. 

   Y así me siento.

   Al amanecer, antes que asomara el sol, fui hasta la orilla del río, donde sería la ceremonia. 

   A los pocos minutos llegó el padre, trayendo su pequeño tapete para acomodarse encima. Y me invitó a sentarme a su derecha, ambos enfrentando al sol que estaba naciendo.    

   Comenzamos orando… 

   Luego el padre me dedicó un breve e informal discurso, explicándome algunas cosas…

—Tú sabes… Convertirse en sannyasi (sannyasini en tu caso),  significa renunciar al mundo de signos y apariencias, ir más allá de credos y escrituras religiosas, hasta llegar a la Verdad Última. Un sannyasi debe testimoniar la Realidad más allá de todo signo. 

  Lo escuchaba con gran emoción y no pude evitar las lágrimas, pero como el padre estaba muy serio intenté frenarlas. 

  Y mientras él hablaba, me comprometí en silencio con eso que estaba recibiendo:

 “Soy una sannyasini... Lo seré para siempre… Y voy a dedicar el resto de mi vida a seguir  buscando la Verdad y  a testimoniarla.”

  Después, el padre me invitó a leer el fragmento que había escogido. 

 Cuando le dije que era un poema de Santa Teresa de Jesús, el que tiene que ver con la perfecta entrega a Dios, me preguntó si lo leería en español o en inglés. 

—El libro donde encontré el poema está en inglés, así que lo voy a leer en inglés —le respondí.

Se quedó unos segundos en silencio, pensativo, y luego: 

—Esto es muy importante… ¿Te atreves a ir traduciéndolo mientras lo lees?... Sabes, en tu idioma lo sentirás de otro modo. 

  Entonces le pregunté si lo leía también en inglés para que él lo entendiera. Rió suavemente, diciendo que le encantaba ese poema y que lo había leído tantas veces que se lo sabía de memoria.

  Fui recitando el poema en castellano, y a pesar de que eso implicaba una mayor concentración, no pude evitar la emoción… y de nuevo lágrimas. 

  A continuación, mientras recitaba un mantra, el padre colgó de mi cuello la cruz de Satyavanam. Es una cruz de madera encerrada en un círculo, con inscripciones en sánscrito marcadas en ella. El círculo representa el misterio cósmico, la rueda del Dharma* en la tradición del Hinduísmo y del Budismo. Y para el padre esa cruz es el símbolo de sus más íntimos anhelos: la unión de las religiones de Oriente y Occidente. 

 Por último, puso su mano sobre mi frente y dijo:

—Que tu nombre sea Saraswati. 

  Nos quedamos en silencio por algunos minutos…  

  Y concluimos la ceremonia orando…

   Om…  Satchitananda… Om

  ¡Soy tan feliz! 


Diario de Moira: 6 de marzo


 ¡Cuántos días sin escribir!... Quizás el diario fue una manera de expresarme porque estaba sola, pero aquí no estoy sola casi nunca. Las actividades fijas del ashram me tienen ocupada la mayor parte del día. Y el resto del tiempo es para conversar con mis amigos. 

  Ya casi no pienso en Joan:  su recuerdo se ha ido debilitando. Y cuando me acuerdo de él, ya no siento tristeza ni enojo, sino aceptación. 

   Como dijo el Buda: Todo es impermanente y aferrarse a lo impermanente trae dolor. 


Diario de Moira: 12 de marzo


   ¡Qué alegría!:  volvió Ruth.  Sus padres son un encanto. Y aunque ahora ella no tiene mucho tiempo para mí, seguimos viéndonos durante los encuentros nocturnos. 

    Todo sigue maravillosamente bien…  

    Y como siempre, lo que más me gusta es ir a misa: escuchar los sermones del padre, cantar con los demás y comulgar. 

 

Diario de Moira: 18 de marzo


  Sucedió algo en el día de hoy… Algo que me obligó a pensar en el futuro, al menos en mi futuro inmediato en la India. 

  Durante el café de media mañana, el padre me invitó a sentarme junto a él y me preguntó hasta cuándo deseaba quedarme. Le respondí que podría quedarme para siempre, aunque no estaba segura sobre eso todavía. 

  Él se quedó reflexionando un poco, como suele hacer, y luego dijo que le gustaría que me quede hasta Pascua (la cual cae este año entre fines de este mes y principios del próximo), pero que para una permanencia más larga sería importante que lo pensara bien. Debía ser consciente de lo que eso significaría, de los compromisos que tendría que asumir… Y agregó que mi estadía se complicaría legalmente, si quisiera quedarme mucho más tiempo ahora. 

  Esto último ya lo sabía. Renové la visa más allá de lo normalmente permitido, e incluso pagué para quedarme más. Si quisiera permanecer por un tiempo más largo tendría que pedir otro tipo de visa, demostrar que tengo recursos, que recibo dinero de mi país. Se puede hacer, mucha gente lo hace, y gracias a eso Krishnadas está aquí desde hace años…

 Fue una conversación muy breve, porque había gente esperando, pero el padre me dijo que fuera a verlo en pocos días, para continuar con el tema.    


Diario de Moira: 22 de marzo


  Hoy fui a verlo al padre… 

  Tuvimos una conversación bastante larga, durante la cual él se limitó a hacerme algunas preguntas (entre otras, acerca de mi vida en la Argentina), y yo a responderlas con sinceridad. Y lo único que quedó claro, tanto para él como para mí, es que soy muy feliz en su ashram. Y que podría quedarme mucho más, o para siempre… Pero el padre me recomendó que reflexionara mucho y que buscara una orientación interna al respecto. 

  Después me dio algunos consejos para mi sadhana de estos días, teniendo en cuenta que estamos casi en Pascua.


Diario de Moira: 12 de abril


  ¡Qué poco escribo desde que estoy aquí!  

   Pero ha sucedido algo importante. Y aunque sea lo último que escribo en este cuaderno, tengo que hacerlo.

  Durante los días de Pascua, la energía que se sintió en el ashram fue gloriosa… Hubo un clima de profunda comunión; los sermones del padre fueron más inspirados que nunca; y todos parecíamos estar flotando, incluso los que habían venido de visita por pocos días.  

 Y fue en esos días sublimes que tuve una revelación…

 Ocurrió durante una de las misas. Mientras cantábamos loas a Satchitananda, una idea apareció en mí, con absoluta certeza… Como en otras ocasiones… Sólo que esta vez no fue una revelación espiritual:

“Tengo que regresar a la Argentina… ¡Tengo que volver!... Mi vida tiene que seguir allá… Ese es mi lugar…”

 Lo supe con absoluta claridad.  Sin ninguna clase de dudas. 

 Así son las revelaciones, incluso éstas, las que tienen que ver con la manera de continuar nuestra vida. 

 Claro que después lo reflexioné, maduré la idea… Y cuando terminó la Pascua, y el padre tuvo tiempo de nuevo para los que estamos aquí en forma más permanente, fui a verlo para contarle mi decisión.  

  Le pareció muy bien. Es más, dijo que le parecía lo más acertado en este momento. Pero agregó que le gustaría si vuelvo más adelante, en un par de años. Y me aconsejó que al volver a mi país llevara una vida normal…, lo más normal que pudiera. 

  Porque se trata de eso: 

  Integrar nuestra búsqueda y nuestras realizaciones en la vida de todos los días, mostrando la conducta más coherente que podamos como seres espirituales que vivimos en el mundo.



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